Si hay algo que he tenido la oportunidad de hacer durante los últimos meses ha sido sin ninguna duda “observar”. Observar desde la distancia mi propio camino y decisiones, mi modo de pensar y de reflexionar, de relacionarme con el mundo que me rodea. La verdad es que nunca imaginé que romperse una pierna pudiese suponer un reto tan grande.
Es la primera vez en la vida que tengo que enfrentarme a una situación similar en la que no puedo quemar energía haciendo deporte, dependo de los demás para tareas sencillas y cotidianas, paso la mayor parte de mi tiempo en el hospital y, en definitiva, no puedo tomar el control del ritmo al que ahora mismo se mueve mi vida.
Al comienzo era inevitable que la cabeza me recordase una y otra vez el absoluto descontrol que sentía. Pero con el tiempo, los pensamientos fueron convirtiéndose en un discurso mucho más positivo en el que casi de modo natural aquellas cosas que si era capaz de hacer y de disfrutar fueron convirtiéndose en las protagonistas absolutas. ¿Tiene esto algo que ver con la práctica del agradecimiento?.
Durante las últimas décadas, se ha investigado ampliamente acerca de esta práctica y de sus beneficios. Basta una rápida búsqueda en internet para encontrar infinita información referida a cómo el ejercicio consciente de la gratitud modifica la biología del cerebro, activando áreas relacionadas con el estrés, la empatía o el dolor.
Algunos de los numerosos beneficios que obtenemos gracias al agradecimiento son:
- Aumenta los niveles de paciencia ya que el agradecimiento hacia las pequeñas cosas cotidianas genera que las personas tomemos decisiones más sensatas y sintamos menos prisa por solucionar los problemas.
- Mejora el descanso debido a que los pensamientos positivos causan más relajación sobre el sistema nervioso.
- Se incrementa la autoconfianza gracias a que aumenta la consciencia lo maravilloso que es el mundo que nos rodea.
- Escribir un diario de agradecimiento en el que cada noche anotemos las tres cosas por las que nos sentimos agradecidos ese día. Enfocándonos en cosas positivas antes de acostarnos, se fomentan los pensamientos positivos y se mejora el descanso.
- Conectar con la respiración y repetir la palabra “gracias” en nuestra cabeza con cada exhalación.
- Escribir cartas de agradecimiento a quienes nos ayudaron en el pasado o presente, no es relevante que el destinatario las reciba sino que el remitente conecte con el sentimiento de agradecimiento.
- Sonreír a los demás ya que a través de la sonrisa transmitimos el valor y reconocimiento que otorgamos a aquello que nos han hecho.
- Anotar en una lista aquellas cosas por las que nos sentimos agradecidos. Por un lado, podemos anotar las cosas que nos agradecemos a nosotrxs mismxs (como por ejemplo, cuidarme adecuadamente y descansar las horas necesarias) y por otro lado, las cosas que agradecemos al entorno y al momento presente.
- Meditar centrándonos en el momento presente y en las circunstancias por las que sentimos agradecimiento.
